domingo, 7 de octubre de 2007

CRÓNICAS DESDE SEVILLA. NO§DO

Día 1: Miércoles 26 (justo 5 meses después de romperme)

La llegada fue fantástica. Llegué al aeropuerto y mi maleta salió de las primeras. Lástima que me entretuviera en el baño y llegara justo para verla salir por la otra cortinita. Salí a la zona de reencuentros y no vi a nadie que me esperara. Fui a la parada de autobús y llamé a Ana. Ella estaba en la zona de reencuentros ¿? y salió a por mí. Nos saludamos entre sorpresa, emoción y abrazos. Y me dijo que Valme también estaba allí, que habían venido con su coche (un super ¡¡ibiza!!) y que nos íbamos de tapas con todos los del departamento. ¡Una buena manera de comenzar! Y luego a dormir pronto que mañana hay que trabajar. Que aunque alguien me había dicho: "Todo está patas arriba, no vas a poder hacer nada, ya te podías haber venido el lunes", cosas para hacer ya me buscaría.
Nos fuimos a acostar, y al tumbarme noté algo raro en la espalda. ¿Será el pijama doblado mal? Pero mi pijama no tiene tanta ropa, ¿las sábanas quizá? No. Era el colchón. Un colchón que a simple vista parecía totalmente amortizado con cosas sobresalientes masajeantes, y depresiones humanas. Preguntéme por qué no le habrían dado la vuelta si estaba tan usado por esa parte pero no atrevíme a decir nada. Dios me libre a mí de quejarme del colchón que me acoge. Tras cuatro días allí aprendí por qué no se había dado la vuelta al colchón. Los sobresalientes masajeantes no eran del uso y al cuarto día no se notaban ya (o al segundo, dependiendo del grado de cansancio) y el colchón era nuevo, así como el somier reclinable de Ikea que es el que añade pendientes ininterpretables dentro de la cama. Estas tecnologías modernas para el descanso nocturno no las entiendo. Ni yo ni la dueña (Mari Carmen, comunicación personal).

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*Por eso, aunque "¡Vamos a morir todos!" no tiene que ser todavía.