Y es que ya estaba cansada de escuchar (¡ay si yo supiera oir como tantos que yo me sé!) sandeces similares a las que yo digo quizá, pero sin estar de humor.
Y bien se podría decir que pasó lo que pasó por no haberme esperado un poco más. Bien podría decirse que fue por no haberme llevado la bici. Así que el tema está empatado. En lugar de estar en un sitio aburrida estaba vagando cansada y machacándome el tobillo poco a poco.
Eso sí, al llegar, después de saludar a los que llegaron más cómoda y rápidamente que yo; baño de contraste.
Y un poquito de blogse. Porque entre todas las tontás que había pensado mientras renegaba hormonalmente cabreada, sabía que tenía que encender el ordenador para ello. Así que lo he encendido, sin poder ahora recordar qué quería hacer con él de manera tan urgente que no esperaría a mañana.
Lo mejor ha sido la obra de teatro. Hacía mucho (un par de años) que me apetecía ver una obra clásica de teatro. No monólogos, no alternativo, no experimental; clásico. Y esto ha sido lo más parecido. El dramatismo lo tenía igual, pero le falló el hilo argumental, pues es una mezcla de 3 obras clásicas juntas. Tres que son la misma: Don Juan Tenorio, pero de 3 autores diferentes: Molière, Zorrilla y Tirso.
Parece que la esencia del personaje de Don Juan viene a ser como propaganda divina. ¿O propaganda del malhechor? No sé si es un "luego te perdono porque soy tan bueno" o un "malhaz, que al final nos perdonan a todos", no me ha quedado muy claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar, ¡vuelve cuando quieras!
Las puertas están abiertas*.
*Por eso, aunque "¡Vamos a morir todos!" no tiene que ser todavía.