Y es cuando no quiero revolcarme en ella cuando me dan motivos y me invitan a hacerlo.
Y me dicen: puedes revolcarte, tienes todo el derecho.
¿Será precisamente por eso? ¿Será por tener la posibilidad que no lo quiero hacer?
En ocasiones similares pero con procesiones internas, cuando no había posibilidad de sospecha, no era tan fuerte. ¿Sería por la falta de ese respaldo? ¿Por llevar la contraria? ¿Por tener la esperanza que alguien lo percibiera y...? ¿Y qué? ¿Me compadeciera? (!!!)
Quizá es el permiso para flaquear lo que me concede la capacidad y necesidad de sentirme sólida y actuar como tal, con toda la robustez posible. Porque creo que no es lo que de mí se espera. ¿Por llevar la contraria? ¿Por convicción propia?
Me asusta comprender cuántos capítulos de nuestro comportamiento están condicionados por la presencia de los demás. Cuando bien a menudo los demás no deberían ser más que eso, los demás.
Confieso que alguna vez me he preguntado lo mismo... pero los autos de choque no serian divertidos si no hubiese otros autos con los que chocarse.
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