Es tan importante hacer las cosas como que el momento en que se hagan sea el adecuado. Así que no. Este año no voy a ir. Y no voy a intentar convencer a nadie de ir. No voy ni a comentarlo. Y lo mejor de todo: no me importa. Ni aunque me envíen topos y tres marmotas. Seguirá sin importarme. Es más, NO QUIERO ir.
Se acabaron los años de sufrimiento ahorrable.
(Véase: RESIGNACIÓN: quehaceres)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar, ¡vuelve cuando quieras!
Las puertas están abiertas*.
*Por eso, aunque "¡Vamos a morir todos!" no tiene que ser todavía.