Estando hace poco en el centro de Rehabilitación, intercambiando experiencias con una semejante (semejante en el sentido que, aunque sin desplazamiento de hueso roto ni operación, tenía mi misma fractura) a ésta buena mujer se le ocurrió decir "¡Qué mala pata!".
Me bloqueé. No sabía qué decir. Y no osaba preguntarle para calmar mi inquietud.
Si a mí, después de pasado el tiempo, cada nueva persona que me encuentra, sigue siendo tan ocurrente de hacer exactamente esa apreciación "¡Qué mala pata!", y las dos tenemos la misma rotura... ¿Sería que a ella no se lo habían dicho? Ciertamente me costaba mucho creerlo.
Como me perturbó tanto la situación y no pudiendo llegar por mí misma a ninguna conclusión satisfactoria, acabé por convencerme que sólo quería venganza.
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*Por eso, aunque "¡Vamos a morir todos!" no tiene que ser todavía.