domingo, 28 de octubre de 2007

CRÓNICAS DESDE SEVILLA. NO§DO

Mes 2 día 2: Domingo 28. Crónica de una desaparición

Pues en el anterior piso, la noche antes de ir a Doñana a que me acribillaran los mosquitos, la noche antes que Katya se fuera a Palermo a un congreso, noche en que yo fui la última en acostarme (algo bastante común), y el taxista de Katya el primero en levantarse, hubo una desaparción. Por mi fama demostrada de perdedora de cosas dentro de la misma cas no me alarmé, pero algun presentimiento (junto con la urgencia de vender las entradas de Héroes del Silencio) me hizo biciclearme toda la ciudad para conseguir un duplicado de targeta.
Ese día al levantarme no estaba el móvil*, al buscarlo tampoco, al buscarlo otra gente tampoco, y datos que vinieron posteriormente certificaron que aunque hubiera estado mi madre, tampoco lo habría encontrado. El mismo día había desaparecido en el piso también un reloj de plástico digital. Pero, ¿qué es un reloj de plástico digital comparado con un móvil de plástico deslizable con un juego de animalitos parecido al tetris? No es nada, sólo sirve para constatar que era demasiada casualidad.
Pero ahí se quedó la cosa. Maria José se encerró en su cuarto a partir de entonces por las noches, por si acaso, Mari Carmen dijo ver en la Cristalería un móvil como el mío en otras manos y el resto seguimos haciendo vida normal e hipotetizando si Katya podía haberlo metido en el bolso sin darse cuenta.
Pasaron los días y llegó Katya, y se le ocurrió comentar lo mal que había dormido aquella noche, y preguntarme si fui yo quien había entrado en su cuarto mientras ella dormía.
La esperanza de recuperar mi móvil en su bolso por accidente se esfumó. Bien había entrado alguien en el piso, incluso en su habitación y se lo había llevado de la mesita del comedor, bien Katya lo había revendido en Palermo, y si se estaba inventando todo esto es que no tenía intención de confesar.
Entonces comenzaron las paranoias e inseguridades. Por el naranjo no habrían podido subir, pues las persianas del balcón estaban bajadas ese día, copia de la llave no tiene nadie más, la puerta estaría mal cerrada (Katya lo confirmó). Desde ese día atrancaron la puerta y Maria José comentó lo de que se encerraba desde entonces por las noches en su cuarto por dentro. Lo que me contó es como el cerrojo de mi baño así que le pregunté: "¿Pero tu pomo no tiene un agujero por fuera?" A lo que ella asintió. ¿Entonces qué tipo de seguridad tienes?, alma de cántaro. Y le enseñé a abrir por fuera su propio cerrojo. Con lo que le quité toda la seguridad nocturna que tenía, por lo que me odiará durante un tiempo.

*Sin batería, que no se os ocurra el ocurrente comentario de ¿porqué no te llamaste? (¡Qué mala pata!)

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*Por eso, aunque "¡Vamos a morir todos!" no tiene que ser todavía.